En el dibujo con alfileres éstos están dispuestos en la tela (como si fueran una puntada de costura) uno al lado del otro funcionando como trazo corto de lápiz.
Está la necesidad de asir “algo”.
Dibujar con alfileres es sutil, tiene la gracia de un bordado minucioso y a la vez penitente. Como si cada “puntada” fuera un dolor, una lágrima simbolizada por la dureza del metal y sin embargo siento que toda la obra se vuelve etérea y cada trazo tiene la posibilidad de escaparse de la tela y desaparecer.
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