lunes, 8 de junio de 2009

Muestra: TEATRO AUDITORIUM Foyer Bajo


-Juán: ¿podrás escribir algo sobre mi trabajo? Él miró mis obras y dijo:




¿Te acordás de esa nota en Radar? Saccomanno citaba una carta que Roland Barthes le había enviado a una artista argentina: le decía que sus grafismos le hacían pensar en la misma esencia de la escritura, paradójicamente a través de signos que eran la negatividad misma de esa noción. En eso pensé. Y también en esos signos vueltos cuadros y todo envuelto, en grafismos que se ven al revés, y que por eso mismo dejan la huella de la escritura para devolvernos un lado otro, una perspectiva que retiene la huella de lo que ya no es, ¡como estar atrapados en un libro!


Libros de colores, cada uno una brillosa vastedad, ventanas a superficies enmarcadas. Elementos intervenidos. Abstracción de la naturaleza en un color, un color que ya no es sino una reminiscencia, una sugerencia, una insinuación: la cultura busca devenir naturaleza.


Si representar es siempre un deseo desnaturalizante, entonces las envolturas nos harían pensar en un redoblamiento, en un repliegue de esa idea, doblemente acentuada por el film que separa, envuelve, aísla pero rearma y redefine colores y texturas.


La plasticidad del color, un brillo anexado, complementario, una capa más, una capa que inter-viene el color detrás. Se preguntó qué podría ser esta in-versión de la escritura, una huella de la escritura que también protege, en-vuelve el color, para fijarlo, mantenerlo inalterable en un abrazo perenne.




gómez.